22 diciembre 2008



VIENE UN BARCO CARGADO…


Con estas palabras empieza una canción de adviento del siglo XVII
Viene un barco lleno de esperanza, un barco en su camino a un mundo nuevo donde hay suficiente para comer, donde cada uno tiene su sitio digno.


No hay nadie que no piensa en subirce a un cayuco, estos barcos de madera que son la última esperanza de muchos africanos, hombres jóvenes, mujeres y niños.
Los barcos no son seguros, el mar es grande e incalculable.
“No sabíamos si vamos a llegar a Lanzarote, días y noches, calor y frio, sin ninguna gotita de agua y un miedo cruel,” así describe alguien la situación en la película Cayuco de María Miró.
“Llegando nos han dado el primer auxilio y luego nos han devuelto a nuestra patria. Pero vamos a intentarlo de nuevo, no tenemos otra posibilidad”.
En la película hablan madres y padres, mujeres y hermanas de la gente joven que se han arriesgado hacer este viaje.
“Ellos son nuestra única esperanza, aquí la vida esta parada, no hay trabajo, el mar está sin peces por culpa de los barcos de otros países, los campos están secos y nuestras casas se mueven con el viento, no hay formación, no hay cambios. Si no existiera la esperanza que solamente uno va a llegar a Europa, que uno va a encontrar trabajo y va a ganar dinero, ¿que nos va a quedar?

Muchos de los jóvenes se han muerto en su camino traspasando el desierto, pasando el mar, a muchos han devuelto a su patria, pero algunos han terminado lo imposible “con la ayuda de Dios” dicen los viejos.
Un hombre viejo está observando a sus nietos que tiran sus cayucos de juguete por la arena, jugando a la llegada en un dulce pais, “mis nietos van a llegar a la otra orilla, van a construir una África nueva”.
ADVIENTO, eso significa el va a venir o algo va a venir, el hombre en su humanidad.

“Hay que hacer nuevas reglas”, dice una señora, cuando estamos hablando sobre la película.
Nosotros somos la gente del ‘Treffpunkt’ (punto del encuentro), un grupo de residentes y turistas alemanes y los integrantes del Foro Intercultural de Lanzarote, una organización integrada por varias asociaciones de gente de África, Latinoamérica, Canarias y europeas que viven aquí.

“Hay que hacer otras reglas.” Otras reglas para la economía, otras reglas para la convivencia, para una convivencia sin límites.
Yo me acuerdo de la Virgen de la Regla, la Virgen que responde de las nuevas reglas, de un conjunto humano, de una participación justa, del trato sensible con animales, las plantas, del aire, de la tierra y del agua y que ninguna madre pase una noche en vela preocupándose de su hijo donde sacar la comida para el día siguiente.
Es una Virgen negra que tiene el nombre de Virgen de la Regla. Ella llegaba con los esclavos de África a Cuba, la diosa Yemayá. Allí ella se ha convertido en la Madre de Dios, protectora del mar y de los marineros, guardiana de todos que pasan el mar en barcos inestables. Allí la adoran como la Virgen de la sabiduría, de la experiencia femenina, negra como el origen de la vida, la transformacion vida-muerte-vida.
Antiguamente muchos lanzaroteños han emigrado a Cuba, con los mismos motivos de los africanos que hoy intentan llegar a nuestra tierra: hambre, sed y el deseo de sobrevivir.
Con los repatriados de antaño, también ha llegado la Virgen de la Regla a Lanzarote.
Igual nadie se recuerda, pero ella esta en la Ermita de la Vegueta y alli protégé la vida, el mar, y los pasajes peligrosos. Ella conoce las reglas de la convivencia humana y digna.

“No hay hombres y mujeres ilegales”, dice José Morales, el portavoz del Foro Intercultural de Lanzarote.
“Toda persona tiene el derecho a su dignidad, a un hogar, a un trabajo digno, a la amistad, a reconocer su pasado y a circular libremente por cualquier pais y residir en él si desea”.
“Pero hoy en Europa existen circunstancias diferentes, que la imparten algunos hombres con leyes y reglas restrictivas para las personas migrantes, como resoluciones sobre asilo, recorte en los Derechos Humanos, restricciones de residencia, blindaje de las fronteras, hemos retrocedido en el respeto a los derechos las personas migrantes”.

Tenemos que hacer reglas diferentes, ha dicho una señora, una economía diferente, una diferente sensibilidad para los problemas de otros, más sensibilidad en escuchar al propio corazón y más sensibilidad a por las palabras tristes de un niño o niña refugiada.
En la película unos de los niños, mirando al patio de un Centro de Acogida de Menores en Canarias dice: “A mí me faltan aquí muchas cosas, pero sobre todo papeles”, el pequeño está hablando del permiso de residencia y del permiso de trabajo, él no está hablando de un libro para colorear.
"Me faltan también las palabras, el idioma, mis amigos"
A él le faltaba también calor, el abuelo y una canción que consuele su soledad.

ADVIENTO: eso significa que va a venir un tiempo nuevo, una regla diferente.
Adviento es una canción de la esperanza que muchas madres han cantado y están cantando a los corazones de sus niños como la Virgen de la Regla, María una joven refugiada. Hace 2000 años que ella lo cantaba a su hijo, Jesús, todavía no nacido:


‘Los poderosos se van y los pobres quedaran orgullosos sin el abuso del opresor.
A los altaneros van abrir los ojos
El hombre sometido se levanta
Y quien construye una casa se queda en paz
Y nadie le va a asustar durante en la noche”

Thurid Pörksen
Comentario: publicado en la edicción impresa y digital de la Iglesia Católica Romana del Canton de Berna, Suiza.

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