05 mayo 2008

Rostros sobre la arena del desierto

David Olivera plasmará en un libro su serie de retratos a refugiados en campamentos saharauis


MIGUEL ÁNGEL AUTERO - SANTA CRUZ DE TENERIFE.

Unos ojos que miran al horizonte sin detenerse en un punto en concreto. Rostros marcados y curtidos con los surcos que el sol les ha ido dejando a lo largo de los años. Miradas que parecen haber perdido toda creencia y esperanza. Un reflejo que deja vislumbrar el alma cansada de aquellos que han luchado desde hace 33 años sobre las arenas de un país cuya soberanía les fue arrebatada a sus pobladores. En todos estos años, el viento ha llevado y traído el olor de la autodeterminación sobre los campamentos de haimas y los muros de adobe esparcidos por el Sahara.

Pero ese viento azaroso, que ha cambiado de dirección y de fuerza en tantas ocasiones, se reposa sobre los hombros de los viejos del lugar que, sentados, vuelven a mirar al horizonte buscando, quizás, que llegue la brisa de la libertad.

Esas miradas y esos rostros marcados por el paso del tiempo, los sucesos de la guerra y la lucha política son el punto de referencia con el que el fotógrafo David Olivera ha plasmado en un reportaje la vida cotidiana del pueblo saharaui en los campamentos de refugiados. Una obra que, dice, "quiero editar en un libro antes de que termine el año".

"Aprovechando la oportunidad de obtener el visado, porque en la fecha que fui se celebraba la quinta edición del Festival Internacional de Cine del Sahara (Fisahara), regresé al Sahara por segundo año consecutivo" -en 2007 se encargó de la dirección de fotografía de un documental rodado por los hermanos Ríos- "porque me quedé con las ganas de sacar fotografías, sobre todo, lo que me interesaba era trabajar el retrato", dice.

CAMPAMENTO.
El campamento de refugiados de Dajla fue el elegido por Olivera para desarrollar su trabajo artístico: "A 140 kilómetros de cualquier otro núcleo de población; kilómetros y kilómetros de arena y pedregal". Entre las lonas y el adobe "hay contrastes muy fuertes". Los niños que alborotan y juegan todo el día al fútbol y los ancianos, tranquilos y dedicados a sus animales o quehaceres en el campamento. "De las cosas que más me impactaron es lo mucho que te pueden llegar a confundir las caras de las personas. Tomé fotos de gente que me parecía que tenían 70 años o más y luego supe que tenían 45 ó así".

Al fotógrafo tinerfeño también le interesaba plasmar "el papel de la mujer saharaui en los campamentos, que ejerce un verdadero matriarcado debido a que durante mucho tiempo eran ellas las únicas que quedaban para organizar la vida diaria en los asentamientos, pues casi todos los hombres han tenido que marcharse, en uno u otro momento, en estos 33 años, a luchar contra el ejército alauita; y me interesaba también reflejar el contraste entre la ilusión y alegría de los niños con esa especie de hálito de tristeza de los mayores".


Fuente: laprovincia.es

Campamentos de refugiados saharauis

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