25 junio 2007

La traición
Por José R. Uzal
uzal@msn.com
Los llamados “Hispanos”, el epíteto mas reciente que nos adjudico el gobierno de EE.UU., y los Latinos como nos auto denominamos en el oeste de la nación; no somos una raza, somos una cultura.
Desde el momento en que los Hispanos llegamos a ser la “mayor minoría” en la población estadounidense, nada de que alardear, nos convertimos en el blanco de la mayoría y de la segunda minoría. Ambos grupos se han dado cuenta de que los hispanos trabajan bien y barato, son jóvenes y se reproducen rápidamente, las mujeres hispanas son apetecibles y la comida es suculenta; pero no hablamos ingles, le rezamos a Dios de forma diferente y pocos tenemos ojos azules.
Tanto la mayoría como la segunda minoría demandan leyes para evitar que nuestra cultura cambie el carácter de esta gran nación. La “mayoría” se olvido de sus raíces y de las ignominias que sufrieron sus antepasados para que ellos llegaran a donde están hoy. La segunda minoría también se ha olvidado de los abusos, maltratos y crimenes perpetrados contra sus antepasados los cuales eran permitidos por el mismo tipo de leyes que hoy demandan contra nosotros.
El poeta ingles (los ingleses fundaron esta nación, el resto llegamos después) Lord Tensión dijo que “no hay peor traición que una buena acción con mala intención”. Los políticos de turno, reaccionando a las quejas de mayoría y la segunda minoría y la necesidad del gobierno de opacar la guerra, han decidido hacer leyes contra nuestra cultura.
Una “buena acción” seria el promulgar leyes para asegurar todas las fronteras, controlar el flujo de extranjeros, agilizar el otorgamiento del asilo político, modernizar la burocracia que fiscaliza la inmigración, determinar las necesidades del país para atraer a los profesionales que se requieren, hacer cumplir las leyes vigentes y castigar a los que emplean indocumentados, identificar el numero real de indocumentados y proveer los fondos necesarios para implementar todas estas buenas acciones. La “mala intención” es proponer leyes que solo toman en cuenta una frontera y un grupo. La peor traición es llamar a esta propuesta de ley “reforma migratoria”.
Nosotros sabemos que somos una cultura, los estadounidenses nos consideran una raza. Esta ignorancia nos pone a todos los hispanos, legales o indocumentados, blancos, negros mulatos, mestizos o asiáticos en el mismo lado. Al emigrar todos entregamos nuestras prerrogativas generacionales. Todos estamos sujetos al mismo rechazo, somos afectados por los mismos impedimentos y todos tenemos las mismas oportunidades. El lastre colonialista de nuestras sociedades se queda en la puerta. Ante los ojos de los nativos, todos somos extranjeros y todos hablamos otro idioma y si hablamos el de ellos es con acento. No podemos escondernos detrás de nuestra legalidad y unirnos al coro contra los indocumentados. Nadie puede discernir a simple vista quien tiene papeles y quien no. Hoy en día al hablar todos estamos bajo sospecha de ser indocumentados. Todos somos victima de la peor traición: una buena acción con mala intención.

José R. Uzal (
uzal@msn.com) escribe para el Latino Semanal., en West Palm Beach FL, sobre temas de interés para los hispanos parlantes.

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