27 octubre 2007

Tarjeta Azul



ELEUTERIO FERNANDEZ HUIDOBRO (*)

El pasado 27 de setiembre, en oportunidad de la huelga de los anestesistas, publicamos aquí lo siguiente:
"El conflicto de los anestesistas puso en evidencia realidades ocultas mucho más graves que el propio grave conflicto.
Según informó la prensa, la Unión Europea ha decidido incorporar veinte millones de inmigrantes en veinte años.
A razón de un millón por año, entre más de una decena de países desarrollados o en vías de serlo, no es gran cosa.
La principal razón esgrimida parece ser el envejecimiento de su población y, por ello, la crisis previsible de los sistemas de seguridad social.
Es dable imaginar que si esa es la cifra "oficial", la "no oficial" permitida por la vista gorda, será el triple o el cuádruple. Más allá de eso, la inmigración será combatida.
La tendencia viene siendo la selección: inmigrantes legales de cierta calidad e inmigrantes "tolerados" de "menor calidad" para satisfacer necesidades más o menos puntuales de mano de obra poco calificada.
Alemania prioriza en su política estratégica externa (y lo ha publicado) la atracción e incorporación de "cerebros", en especial jóvenes y del llamado Tercer Mundo. En el marco de una decidida apuesta central al conocimiento y a la tecnología. Por ahí entiende Alemania que va su camino y su sello de distinción en un mundo alta y despiadadamente competitivo.
La Facultad de Medicina de la Universidad de la República ha publicado cifras de emigración médica. Tanto de "recién recibidos" como de "especialistas". Lo ha hecho debido al conflicto que venimos comentando. Y lo aporta con alarma.
Entre esa emigración calificada va un señalado número de anestesiólogos. El destino es, obviamente, países desarrollados y en especial España.
Ese tipo de éxodo no es el de los pobres. Ni siquiera el de los que sin serlo llegan sin trabajo asegurado.
Por el contrario, se trata de un desarraigo hacia campos fértiles que esperan con trabajo asegurado y buenas remuneraciones.
El mercado laboral entonces, para esas personas del mundo, es el mundo. Las peores "leyes de extranjería", hasta las más feroces, fomentan el ingreso de personas con capitales, o con contratos de trabajo, o con determinadas calificaciones. En la mayoría de los casos lo subsidian generosamente. Porque en la puja internacional, entre países y regiones, el mercado, el campo de batalla, también es el mundo.
Una de las mayores inmigraciones en España es la de los ricos asalariados o no, jubilados o no, de diversas nacionalidades (especialmente europeas) que deciden vivir al sol. Para ellos, obviamente hay alfombra roja en todos los controles".
Nos quedamos cortos: hoy la prensa informa la "presentación" en Europa de su "Tarjeta Azul". En realidad: "nos sacaron la azul" (que es peor que la roja).
Se trata, tal como ya dijimos, y como cualquiera puede ver, de un descarado saqueo de cerebros. Una desmelenada maniobra agresiva para con los países pobres destinada a sustraerle lo mejor de su materia gris organizando una emigración en masa de las capacidades más cultivadas y que mayor costo, encima para economías débiles, tuvieron para sus respectivos pueblos.
Para la Unión Europea esta es una trata de blancos y de blancas, contemporáneo tráfico de seres humanos; negocio redondo: se llevan la chancha y los cuatro reales.
Sin gastar un comino en crear, criar, educar y formar a esos costosos técnicos y profesionales se los llevan gratis, en la plenitud de su juventud dejando acá, sin que les importe nada, un vacío tremendo. Al mismo tiempo persiguen a los inmigrantes "no calificados" llegando incluso a revisarles hasta por Ley (¡y francesa!) el ADN.
Libertad, igualdad y fraternidad violadas sin tapujos, con clamorosa exhibición pornográfica en sexo explícito agregada en vivo.
Como queda bien a la vista, los imperialismos son varios y sus expresiones concretas también. Y también sus fuerzas sociales aliadas: los sindicatos europeos, preocupados por la Tarjeta Azul reclamaron que estos cargamentos de gente no afecten su trabajo. Para ello exigen que ganen por lo menos el triple del salario mínimo de la correspondiente "rama" y que, en caso de vacantes, la prioridad sea para ellos. Alegan combatir el dumping social. ¿Racismo? ¿Fascismo? ¿Chauvinismo? ¿Internacionalismo proletario? ¿O simplemente Sarkozy y similares?
¿Seguirán teniendo el tupé de llenarse la boca con los Derechos Humanos? ¿Tendrán tanto rostro?
Como bien acaba de decir el historiador Eric Hobsbawm en su reciente libro ("Guerra y Paz en el Siglo XXI") el Imperialismo contemporáneo es el "Imperialismo de los Derechos Humanos": todos sus crímenes y atrocidades se han hecho, vienen haciendo y se seguirán haciendo quién sabe hasta cuándo, en nombre de tales Derechos. Para encandilar, distraer y usar, a los estúpidos de siempre (de izquierda, centro y derecha) módicamente financiados además. No es gran cosa pero contribuyen poderosamente a la confusión.
La respuesta a esta renovada agresión parece clara:
Como pocas veces, ella reclama con harta evidencia la necesidad de ser continental para ser eficaz.
En estos días de Tarjeta Azul se reunió en Panamá la Comisión de Equidad, Género y Juventud del Parlatino.
Entre muchos legisladores de América Latina (y de todo color político) indignados por la noticia, el diputado Carlos Gamou planteó la protesta y en reuniones "paralelas" la idea de crear un fideicomiso latinoamericano con fondos provenientes de los presupuestos relacionados con la Educación y la Investigación de cada país, en proporción a su tamaño o a la cantidad de estudiantes con el fin de financiar actividades de Investigación y Desarrollo en toda América Latina reteniendo por ese medio la mayor cantidad posible de cerebros propios. El fideicomiso administraría además las rentas provenientes de la explotación de las patentes (o parte de ellas) obtenidas.
La idea fue calurosamente apoyada por gente de distintos países y distintas corrientes políticas, como un mecanismo espontáneo de autodefensa ante el alevoso golpe recibido.
Fue enriquecida en el sentido de aprovechar en común las infraestructuras y especializaciones existentes en América Latina para mejorar y facilitar el desempeño de cualquier proyecto.
Si esto no prosperara, parece urgente ponerlo en marcha en un solo país, entre dos países, o entre los que quieran hacerlo.
Queda claro: la lucha por el conocimiento será feroz. Tendrá consecuencias nefastas. El patrimonio nacional y la soberanía también es eso. Cabe sospechar que principalmente es eso.

(*) Senador del MPP/Frente Amplio

Fuente: larepublica.com.uy

Colaboración de Luis Fernández.

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