23 octubre 2007

Los locutorios como reflejo de la multiculturalidad de la Isla

Historias dentro de un locutorio
Foto: Anabel Navarro
Berta Pardal · 22 de octubre de 2007
Va cada viernes y sábado al locutorio de la vuelta de la esquina; ayer habló con su madre y le contó que había sido tío. Alí llegó a Lanzarote hace cuatro años, vive sólo y sueña con volver a su casa, a Marruecos, aunque confiesa que la idea también le da miedo. Para Elbahir, dueño de un locutorio en el centro de Arrecife, “la distancia es tan dura que, después de los 12 años que llevo aquí, el teléfono no es suficiente pero lo es todo”. Alí y Elbahir son dos de las cientos de personas procedentes de mil rincones diferentes del mundo que han aterrizado en Lanzarote para reconstruir sus vidas, para escapar o para luchar desde lo lejos por su tierra y usan el teléfono como cordón umbilical que le mantiene cerca de sus raíces.
Bachir todavía era un niño cuando se despidió de su familia en el Sahara; aterrizó en Madrid, vivió unos años en la península compatibilizando un trabajo duro con sus estudios de Ingeniería Industrial y más tarde vio en la Isla el lugar ideal para continuar su vida tranquilo. Bachir abre a diario las puertas de su locutorio, por el que pasan unas ochenta personas con las que él mismo se siente identificado. “En su mayoría son inmigrantes, refugiados, gente que habla con sus familias o les envía dinero”, nos contó Bachir cuando fuimos a visitarle. El negocio no va tan bien como hace años, aseguró Bachir, “estaría más feliz en el Sahara pero es muy complicado volver”, indicó. Nos contó que, después de la guerra y la revolución del 75, muchos saharianos tuvieron que tuvieron que partir hacia tierras prestadas y espacio de nadie y nos recordó que hoy en día el Sahara está ocupado por Marruecos militarmente y por los cascos azules de la ONU y la falta de libertad de movimiento ni siquiera se trata de ocultar por las autoridades. Y es que la población en el Sahara ha pasado de los 40.000 habitantes en el año 1975 a los 340.000 habitantes en la actualidad, es decir, 300.000 marroquíes que viven en tierras saharauis con autoridades también marroquíes. “Volví hace pocos meses porque falleció mi madre, pero ahora mi nacionalidad es española con lo que hay muchísimas pegas más para quedarme”, explicó.
Cruzar la puerta de entrada de un locutorio puede ser también toda una lección de historia, una visión diferente sobre las vidas, problemas y realidades que conviven en un mundo que no están pequeño como pensamos. Un altísimo porcentaje de las personas que frecuentan o están al cargo de estos establecimientos son inmigrantes, personas que hacen uso del teléfono para estar cerca de los suyos, o para soñar con volver, o para imaginar que todo es y será mejor.
Según un estudio de la revista Consumer, el 95% de los inmigrantes tiene móvil. Teniendo en cuenta que la cuarta parte de los habitantes de Arrecife son extranjeros y que el segmento de población que más se vale de locutorios y uso de tarjetas de prepago son los inmigrantes y extranjeros, no es de extrañar que cueste trabajo encontrar una calle de la ciudad sin uno de estos negocios. Crónicas recorrió algunos de estos establecimientos para conocer con detalle su funcionamiento, ofertas y posibilidades y saber qué tipo de personas acuden, qué buscan y qué encuentran.
Los dueños de distintos establecimientos indicaron que acuden más mujeres que hombres a sus locutorios y que las personas que más frecuentan estos negocios son las procedentes de Sudamérica, África y China. Como indica la última estadística de población realizada por el Ayuntamiento de Arrecife, hoy por hoy conviven en la capital 59.080 individuos. El 75,56% de habitantes poseen nacionalidad española mientras que casi un tercio de la población total es extranjera (el 24,43%). El análisis de los datos del Padrón refleja que Arrecife es una población creciente y variada en cuanto a las diferentes procedencias de los habitantes; una isla en la que conviven personas de las más diversas procedencias.
Los precios de llamada se alteran en función de la época del año (en Navidad el precio es mucho más alto) y del destino. Llamar a China cuesta una quinta parte de lo que cuesta llamar a Mauritania (20 céntimos de euro al minuto) y si deseamos hablar con alguien que vive en Cuba nos gastaremos la friolera de 68 céntimos al minuto. Pero hay asuntos en los que los miramientos económicos no entran en juego; hablamos de estar lejos, de estar solos, o de estar lejos y solos.
La era que quiere romper la barrera del espacio
En el locutorio, estas personas encuentran gente de su misma lengua y olvidan la distancia gracias al calor de la voz. El teléfono y la llegada de Internet ha roto con la barrera del espacio y el tiempo y cada vez son más los que usan el ordenador para hablar en directo con sus allegados, intercambiar archivos o mantenerse informados de la actualidad de sus países.

Hace a penas unas décadas el hombre ni se imaginaba que podría viajar sin moverse de la silla o que con tan sólo un clic podría decirle muchas cosas a una persona que está a miles de kilómetros de distancias. Aún hay muchas barreras en el mundo y, aunque Internet es un arma de doble filo, hace posible que personas como Ali, o como Elbahir, tengan por un momento una sonrisa sincera y llena.

Fuente: cronicasdelanzarote.es

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