16 abril 2007

Inmigración, ¿Paños calientes?


Canarias 7, Juan Jesús García García /Economista, 2007-04-13
El fenómeno migratorio tiene una naturaleza extraordinariamente compleja, no sólo por la diversidad y multiplicidad de ejes comprometidos en los que se plantean las cuestiones y los problemas, sino por las contradicciones que se generan entre sus ventajas e inconvenientes, ya sea para los países de origen como los de destino. Debemos considerar que no se trata de un movimiento abstracto de personas cruzando a través de una línea imaginaria que como en el comercio libre de mercancías entre países debería justificar el desplazamiento libre de las personas también; las consecuencias de las personas son muy superiores a las consecuencias de los bienes. Los bienes se utilizan y desaparecen, pero las personas se convierten en parte permanente y expansiva de las regiones receptoras, entre las que está Canarias.
Para el país de destino supone mano de obra barata, rejuvenecimiento de la población y mantenimiento del estado de bienestar; siendo su coste los problemas de convivencia e integración, tensión en el empleo, mayor cobertura de las necesidades de sanidad – educación – vivienda y diferentes grados de xenofobia.
Para el país de origen implica un balón de oxígeno en su cuenta de divisas y desarrollo económico – social hasta cierto punto, ya que su contrapartida es la pérdida de la potencialidad y capacidad de su recurso más valioso, que es su capital humano cualificado.
Al final, las regiones receptoras, como nuestro Archipiélago, encuentran que la inmigración no es la causa de sus problemas, sino la consecuencia de las de origen, que son mucho más graves.
La clave estriba en una estructura equilibrada en todos sus niveles, pero dado que su actor principal es la persona en sí como ser vivo, único, diferenciado y que interactúa en un entorno trasnacional, dificulta su nivelación.
Las posibles respuestas tendrán sus raíces en la conciencia solidaria y la cooperación tanto financiera como humana, que serán estrechamente dependientes y complementarias por el bien de unos y a su vez el de los otros, hacia la meta de una sociedad con mayor seguridad y prosperidad, tanto a nivel local de Canarias, como nacional e internacional .
No se basarán en barreras humanas o arquitectónicas de muros más altos, vallas o radares de litoral, ni en el control estricto policial, ni en ghetos, ni en ejércitos fronterizos de tierra – mar, ni en ayudas en formato de paños calientes hacia los países de origen (todas ellas con un corto plazo de sostenibilidad); sino en el conocimiento mutuo, la comunicación, la ciudadanía, el co – desarrollo, la integración, la sinergia de la multiculturalidad, acompañada de una gestión eficaz y creativa focalizada en la solución, no en el problema, fundamentada en la credibilidad, la coherencia y fuera de la propaganda electoral tomando la senda de una mayor profundización democrática.
Los medios de comunicación, difusores en esta tarea global, deberán ir más allá de la tentación del sensacionalismo, de los estereotipos y de los tópicos frívolos que banalizan con escasa o nula reflexión, y en los que se confunde el morbo con el interés social, llevarán la bandera que aliente la toma de conciencia, la valoración y el debate; para generar un cambio de actitud que sobrepase el simple enfoque correcto de la información.
Es vital avanzar en la normativa, partiendo de la historia, de nuestras señas de identidad y de nuestro perfil del pasado en el cual Canarias fue emigrante, contando con una política ágil e inteligente ajustada a la realidad y moldeable de forma productiva con acuerdos serios tanto bilaterales como multilaterales.
La participación e implicación de todos los involucrados en sus diversas esferas es necesaria para maximizar su impacto, donde todos los sectores se vean beneficiados y con un reparto de responsabilidades compartidas bajo un marco legal que los represente y proteja.
En suma, el fenómeno migratorio es sólo un aspecto de un fenómeno mundial mucho más amplio, donde la solución a un problema que no hemos sabido cómo solucionar a tiempo, se ha vuelto otro problema que al final: ni es un problema, ni una solución, sino una realidad transnacional y una necesidad de un mundo globalizado.

Fuente: canarias7.es

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