16 marzo 2007

¿Nos estamos integrando?

Hoy queremos tratar un tema, que puede resultar más personal.
A veces vemos algunos compatriotas que piensan casi exclusivamente en nuestro país.
Creemos que esto los lleva a poner más trabas a su proceso interno de integración.
Es bastante lógico encontrar diferencias cuando se llega a un lugar tan distante del lugar donde nacimos. Pero también es cierto que como latinoamericanos y receptores por décadas de la inmigración española, tenemos cosas en común y muchos hasta ascendientes españoles y/o europeos.
El motivo de estas líneas apunta a nuestros “gurises”.
Seguramente los tenemos de todas las edades.
Me atrevería a decir, que para más o menos los menores de 20 años, ésta va a ser “su tierra”, pues aquí van a adquirir los conocimientos y la cultura del lugar y luego forjarán sus vidas, incorporándose al ámbito laboral, formarán parejas, tendrán hijos y simplemente vivirán en esta isla, otra o incluso en la península u otro país de Europa.
Tal vez sin darse cuenta, alguno de nosotros, traslada a sus muchachos, lo que podríamos llamar el síndrome de la “emigración permanente”.
Y la pregunta que tal vez pudiéramos hacernos es si tenemos derecho a trasladarle a nuestros hijos esas frustraciones del alejamiento.
Nuestros muchachos, van a necesitar información, consejos, pautas sobre la realidad en la que se desenvolverán, y allí deberemos (y seguramente todos querremos) estar. Para esto, debemos primero estar al tanto nosotros, de esa realidad.
Hasta para los más chiquitos deberemos conocer algo de la historia y geografía que habrán de estudiar. Probablemente en algún momento tengan la necesidad de hacernos preguntas, como nosotros hicimos a nuestros mayores.
Con esto no estamos negando para nada nuestros orígenes. Es más, quien escribe se conecta a diario con gente de Uruguay. Pero también considero que debo saber “donde estoy parado” y trato de informarme sobre el acontecer de la isla, de Canarias o de España.
Aceptar que probablemente nuestros huesos queden aquí, no es una traición a nada, ni a nadie, es más bien (me parece) una cierta cuota de realidad.
Algunos colectivos tienen un poco más difícil la integración.
La experiencia nos dice que el nuestro no tiene ninguna puerta cerrada.
Buena cosa sería que intentáramos participar de la vida socio–cultural de la isla, o nos acercáramos a los Concejos de Barrio, o tratáramos de incidir en las tantas mejoras de carácter municipal (por ejemplo) que se precisan.
Comentando estos temas, el amigazo Miguel Puig, con gran agudeza, me envió este texto que tenía guardado. Me parece que ajusta como “llave y cerradura” con lo que estamos tratando y de gran actualidad para con “nuestra isla”.


Del analfabeto político. Bertolt Brecht

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos: el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales."
No hay nada más para agregar.
Hasta la próxima.


Luis Fernández

Comentario: Excelente aporte. Coincido con Luis en su enfoque sobre nuestra integracion a la sociedad lanzaroteña. No debemos de limitarnos a ver " pasar la vida desde arriba de la palmera"
José

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