12 noviembre 2006

Un tablado en La Sorbona

S.A.

Enganchando su gira de un mes por España, Agarrate Catalina finalizó aquí su periplo europeo. Abrió el Festival "Uruguay-sur-Seine" en la Sorbona entonando el "Fin del mundo" con su traje de carnaval y sus pinturas de colores, al ritmo de bombo, platillo y redoblante. Ver a la murga en ese recinto histórico del Barrio Latino sin mucha expectativa fue como una suerte de "electrochoc" para más de uno de nuestros compatriotas de París, que a pesar de vivir hace muchos años fuera del paisito nunca dejaron de añorarlo. "Acostumbrado a verlos en los tablados cuando puedo ir a Uruguay en épocas de Carnaval, verlos aquí, estando tan lejos y en un espacio tan solemne como la Sorbona, fue algo mágico", cuenta Alejandro, uruguayo que llegó a París en los años 70. La magia fue compartida por los murguistas apabullados por la ovación. "Que nos despidieran de pie con todo el simbolismo que encierra este recinto, saber lo que nos estaba pasando, y al mismo tiempo disfrutar de la vivencia, fueron muchas cosas juntas difíciles de procesar", cuenta Tabaré Cardozo, director y letrista de la murga. "Cuando la cultura académica recibe y acoge al arte callejero con respeto y atención es digno de celebrar. Y que ese privilegio nos haya tocado a nosotros es un orgullo, no sólo como murguistas sino también como uruguayos".
Nada de todo esto logró sin embargo hacerles perder la cabeza a los que viajaron en calidad de embajadores culturales del Uruguay, así nombrados por la Intendencia de Montevideo. "En este momento nosotros somos los abanderados pero no somos los dueños de la bandera, ni de la cultura ni de la murga", recordó Tabaré al presentar la Catalina en el Anfiteatro Richelieu. Imperturbables, los 16 trovadores cantaron, actuaron y divirtieron al público como de costumbre, con el atrevimiento y la complicidad de siempre. "El tablado ya sea en la Sorbona o en Paso de la Arena para nosotros es lo mismo en cuanto a la entrega y a las ganas que le ponemos. A nosotros lo que nos gusta es cantarle a la gente. Son actuaciones que no se oponen, son complementarias y disfrutables todas a su manera", apunta Yamandú Cardozo, creador y letrista de la murga.
Esa total entrega de los murguistas fue precisamente lo que más emocionó al público. Como si aquello fuera la final en el Teatro de Verano. Al terminar la Catalina, la gente los despidió de pie, más de uno con lágrimas en los ojos, agradeciéndoles y abrazando en estos poetas lo que con tanto afecto recordaron de su país.",1]

No hay comentarios.: