27 noviembre 2006

De cómo Pepe "el Uruguayo" terminó su tesis.








Lanzarote bajo el volcán, el sueño de un niño hecho realidad
De cómo Pepe “El Uruguayo” terminó su tesis


Cuentan que a Pepito el de Pinito, que de niño pasó los veranos en Tiagua, podía vérsele solo pateando el jable. Soñaba con ser arqueólogo, sin saber siquiera qué profesión era esa, jugando a descubrir Fiquinineo, aldea sepultada por las arenas que cruzan la Isla de norte a sur.
Orgulloso, de regreso a casa, enseñaba a su tío Leandro el material de sus primeras excavaciones, en la esperanza de que éste dijera que la cerámica de superficie que había encontrado pasó por las manos de un Majo alfarero. El viejo Leandro le hacía rabiar cuando decía que aquel trozo pertenecía a una taza que él mismo había tirado allí años atrás.
Quién conoce a Pepe, sabe perfectamente donde queda Santa Catalina, Chimanfaya, Temuime, Macintafe, Tíngafa, Guimón, Gauso, Chichirigauso, aldeas sepultadas por el volcán, o Fiquinineo y Humarén que lo fueron por el jable. Tejía, Guenia, Tahiche, Guastajaide, Zonzamas... Acompañarlo por el campo es asistir a lecciones magistrales, su memoria prodigiosa dispara historias, datos, fechas, anécdotas, vive la profesión. Para él no existe el tiempo, lo lleva siempre en el bolsillo.
Sucedía apenas 24 horas antes de que una parte sustantiva de la sociedad canaria gritara una vez más en Tenerife: “No al Puerto de Granadilla ¡Ya está bien!”. Aquella manifestación que, en esta ocasión, él se perdería.
Ese día, a las 11.00 horas del 17 de noviembre de 2006, el Salón de Actos del Edificio de Humanidades de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria acogía la defensa que, de la tesis doctoral: “Lanzarote bajo el volcán. La reconstrucción del territorio, los recursos potenciales y la infraestructura construida cubiertos por las erupciones volcánicas del s. XVIII en la Isla de Lanzarote”, haría su autor José de León Hernández. Arqueólogo conejero nacido en Uruguay y vecino de Gran Canaria.
Imán donde fluyen las ideas
La defensa de aquella tesis doctoral fue mucho más que la exposición pública de la labor realizada, metodología, contenido y conclusiones, incluso que las aportaciones originales. El doctorando, de quien el presidente del tribunal dijo: “Yo no sé quién es José de León Hernández. Yo conozco hace treinta años a Pepe “El Uruguayo” o “Pepeuru”, que le llaman ahora”, además de exponer los rigores de su investigación salpicó de brillos de orgullo y emocionada humedad a Pepe “El Loco” y Pinito Hernández, el padre de Tiagua y la madre de La Isleta. Y, en la excavación que hizo de su vida, volcó un poco de la de todos, un pedacito de cada uno...
No hubo baile ni guerra de cifras en el consenso de un público que pretendía homenajear y fue el homenajeado. Sencillez y humildad. Cabreros de Lanzarote y Fuerteventura, autoridades de la tradición y el folklore, una embajada de Tinajo, familia de Tiagua, majoreros de Tetir, de Pájara, amigos de El Polvorín, buena parte de La Isleta, un cocinero de primera, uruguayos, saharauis, americana, mejicano, ecologistas, ciudadanos, antiguas que no viejas novias, habitantes de otras Islas, una concejala para la que no hubo prensa ni foto, un ex PCU reconvertido en scout dominguero... también doctores, profesores, alumnos y gente de estudios que sumando pasamos de largo una centena.
Con gran satisfacción y regocijo de los allí presentes el tribunal, después de cumplir con el protocolo que regula aquel acto académico, calificaba de sobresaliente “cum laudem” el trabajo de incontables horas de estudio y más de 11 años de investigación de José de León Hernández, desde ese día Doctor en Arqueología por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
El Bucio que convoca
Aunque la puntualidad no era obligatoria o necesaria, fuímos citados a las 19.00 horas de aquel mismo viernes en las instalaciones que la Escuela de Fútbol Daniel Carnevali administra en el capitalino barrio de Lomo de los Frailes. A la entrada, el calor de una fogalera enorme sacaba pecho a los grados de menos y al sereno de la tarde que refrescó el ambiente. El mismo fuego que también parió candentes brasas para exposición de las artes y buenos oficios de expertos asadores. Un grupo de ellos, venidos del cercano Uruguay, sacó chispas a la barbacoa. Otros, de los que muchas veces respiramos su tierra o vivimos bajo el suspenso de la misma, hermanos saharauis, asaron la carne directamente sobre los rescoldos...
Enfrente del fuego, ni cerca ni lejos, dos cabreros se saludaban cómo diciéndose, ambos extrañados, ¿qué haces tú aquí, en Tamarán? Uno es de Erbani, el otro de Titerogakat, los dos son jóvenes y calan cachorro. “¿De dónde es el vino?”, acertó a preguntar un canarion. “¡De Tinajo!”, respondieron al mismo tiempo dos viticultores de ese volcán... Argentinos, uruguayos, mejicanos, conejeros de la vuelta arriba y la de abajo, majoreros, canariones y chicharreros, peninsulares, viejos, niños e intermedios... Todos acudían con la intención de festejar el hito de aquel conejero, canarion y “Marqués de Uruguay”, como le cantó jocoso, defendiéndose en una guerra de polkas, el timple de la Bocaina.
Pepe “El Uruguayo”, gran comunicador y transmisor de ideas y sentimientos, subido a una silla, obsequió palabras a los que estábamos allí y a quien no pudo acudir, de los ausentes nos hizo sentir la presencia. “La tesis es una cosa que había que hacer”, sentenció docto. Dedicó sus logros a unos padres orgullosos que lo escucharon disertar una clase magistral observando la fotografía del Volcán de Las Lapas o del Cuervo con la que unos amigos habían querido corresponderle.
No faltó el condumio y enyesque, cochino y otras carnes, papas arrugadas con su mojo, garbanzas, pata asada, chorizos, pan de puño, bizcocho de millo de Tajaste, mimos y algún suspiro... el buen vino de Lanzarote corrió por los gaznates.
El timple que suena
“Qué tú tienes el doctorado lo puedes cantar, sólo te falta Pepillo una hembra para casar”, a ritmo de polka le hurgó el timplista majorero Domingo Rodríguez “El Colorao”, embrutecido y sin tregua, “Se nota Pepillo que hace tiempo que una mujer no te toca, por eso te dejaste bigote Pepillo, para sentir pelos en la boca”. Una celebración en la que unos más y otros menos, muchos cantaron y algunos dimos el cante, el verseador Yeray Rodríguez, magistral, con su acaudalado trino lleno de improvisaciones mágicas y sonantes, le puso punto cubano a la cosa. Qué cerca estuvo Cuba de Canarias en boca de todos.
Parranda que había y parranda la que se armó. El timple, un requinto, tres guitarras, un par de lapas, improvisadas percusiones, cacharros llenos de rofe y picón... Juan Carlos Pérez, Marcos Hormiga, Sanjo Fuentes, Samuel y José Adrián Bonilla, Vidal Quintero, incluso Mare Cabrera, un coro público improvisado y hasta el mismo Pepe “El Uruguayo”... dieron calor, color y festival, a polkas, folías, isas parranderas, puntos cubanos, boleros. Asimismo al “popurrípopero” que empezó con “Che Guevara”, planeó sobre Silvio Rodríguez, cantó “La Flaca” de Jarabe de Palo y se encendió por rancheras para hacer honor al Doctor mejicano Manuel Gándara que en un intento de cantarlas nunca fue más allá de repetir “¡Ándale cabrón!”, para gran diversión de la concurrencia por la ocurrencia del mariachi que nos ganó el alma. Una noche irrepetible e irrenunciable en la que hasta hubo tiempo para vender o comprar –dependiendo de la mano que sostenía el taco o apretaba el dinero- boletos para el sorteo de un burro de 1 año que realiza la Rondalla de Tetir. El domingo 3 de diciembre, en la Romería de San Andrés. Si toca... allí nos vemos.
El amanecer que saludaba un nuevo día no sorprendió a la compañía. Ninguno estaba descolocado. Todos roncos y agitados. Tatareando aquella estrofa que “El Colorao” cantó a Pepe “El Loco” y Pinito Hernández: “Señores ustedes no se preocupen, y esto me consta a mí, que el chiquito después de todo no les salió tan ruin”.
Al marchar no hubo nadie que no pensara o dijera: ¿para cuándo otra tesis Pepe?

Agradecimiento: Nuestra gratitud a Julián Rodríguez, Manuel de La Hoz y Samuel Bonilla, por prestarnos algunas de sus palabras y mucho de sus emociones.

fuente: diariodelanzarote.com

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